Entrevista por Miriam De la O
Desde Barcelona hasta Chihuahua, Xavi Lahuerta trae consigo mucho más que recetas mediterráneas. Su cocina es una experiencia vital que nace de la memoria, la sensibilidad y la humildad de quien, antes de proclamarse chef, se reconoce como cocinero
El despertar gastronómico
A los 16 años hubo un despetar, una chispa que años después lo llevó a profesionalizarse. No lo movía únicamente la curiosidad por cocinar, sino que a los 18 hubo una convicción de dedicar su vida a ello. Su verdadera escuela, dice, no fueron las aulas, sino los restaurantes. Tuvo la fortuna de aprender en cocinas con estrellas Michelin, donde descubrió la intensidad y el sacrificio detrás de cada plato. “Esa fue mi universidad: esfuerzo, constancia y respeto por el producto”.
México en el corazón
De todos sus viajes, México ocupa un lugar muy especial. Uno de sus recuerdos más vivos es el mole poblano: “Llegué a un congreso y dos mujeres con sus hijas lo preparaban desde la madrugada. Me impresionó su sabor y la entrega con la que lo cocinaban. Esa experiencia se me quedó grabada”.
Cada visita es un reencuentro con la riqueza cultural del país. “México no es una sola cocina, son muchos Méxicos. Cada Estado guarda su tesoro gastronómico y eso lo hace único”. Entre sus favoritos, no podía faltar nuestro muy querido taco al pastor.
La filosofía de un cocinero
En un mundo donde la palabra chef parece eclipsarlo todo, Lahuerta es claro: “Antes de ser chef hay que ser cocinero”. Para él, ser cocinero significa sensibilidad, preparación interior y sacrificio. “La gastronomía desde fuera parece hermosa, pero desde dentro exige muchas horas, disciplina y entrega. Lo que ves en televisión no muestra el verdadero trabajo”.
Su mensaje es una lección de humildad: los platos no son solo recetas, son relatos vivos. “Cada plato transmite tu historia, tu amor, tu experiencia. Comer no es solo saciar el estómago, es vivir emociones”.

Chef Nomo, Barboka & la cocina como puente
.La relación con Chihuahua nació gracias a la invitación del Chef Nomo, creador de Barboka. Para Xavi, ese gesto tiene un profundo significado:
“Cuando amas tu tierra, lo que buscas es traer lo mejor a ella. Eso ha hecho Nomo con Barboka: ha creado un espacio que no solo es un restaurante, es un punto de encuentro cultural, un reflejo de la ciudad hacia el mundo”.
Hablar de Barboka es hablar de un concepto que va más allá de la comida: se trata de dar a conocer a Chihuahua como un destino gastronómico. “La cocina local, unida a propuestas internacionales, genera movimiento económico, cultural y emocional. Barboka es ya un referente, un lugar que transmite alma”.
Xavi no cocina solo con ingredientes, sino con recuerdos y emociones. Desde la tortilla de patatas de su abuela hasta el mole poblano, su propuesta es un puente entre culturas. Y en Chihuahua, junto a Nomo, su mensaje fue claro: la cocina no se explica, se vive.

Chef Nomo, un cocinero que entiende la cocina como un puente entre mundos; un relato que une al productor con el comensal, al recuerdo con el presente.
Irreverente y fiel a sí mismo, ha convertido la cocina en un acto de libertad, un cálido acercamiento a su propio arte. Su estilo bebe de la tradición mediterránea, pero florece en Chihuahua, donde fusiona la fuerza rústica del norte con la frescura del mar.
En Barboka, cada plato es un relato: fragmentos de vida que se transforman en alma, comunidad y emoción. Nomo no solo cocina, diseña momentos. Su revolución es simple y profunda:
“Cocinar es un acto de amor rebelde”




